Soy arquitecta, mi pareja es artista y grabador, juntos tenemos una hija de 8 años.
Cuando en 2008 me quedé embarazada, la crisis de mi sector estaba afectando al estudio de arquitectura en que yo trabajaba y ese año me tocó abandonar mi puesto de trabajo (entre 2008 y 2014 el estudio pasó de una plantilla de 150 personas ¡a una de 30!). En 2009 nació nuestra hija.
Mi pareja y yo somos extranjeros, entre los 2 tenemos muy a menudo visitas de familia y amigos, estamos acostumbrados a recibir gente.
Desde 2011 nuestra habitación de huéspedes es un "home sharing": un “hogar compartido”.
Era un recurso que me sobraba, un espacio desaprovechado, y decidí ofrecerlo a personas interesadas a compartir conmigo ese recurso.
Ellos los usan en mi lugar y a cambio me compensan económicamente.
La recompensa es baja respecto al mercado y muy conveniente para el viajero con poco presupuesto porqué ofrezco algo improvisado, que deriva de mi sentido personal de la hospitalidad y no tiene nada que ver con mi capacidad profesional.
Por otro lado, nunca tuve conflictos derivados de la convivencia con mis huéspedes porqué el perfil del viajero que llega a mi casa es de alguien que, además de la cama en que dormir, está interesado en compartir las vivencias del hogar en que se aloja y tiene muy desarrollado el sentido del respeto.
¿Qué hay de nuevo en este fenómeno?
No se trata de una nueva forma de rentabilizar el hogar en el que uno vive habitualmente: generaciones pasadas lo han hecho para trabajadores y estudiantes. ¿Había una regulación específica entonces?
No se trata tampoco de una nueva forma de viajar: siempre se ha hecho intercambio de casas entre amigos y conocidos. ¿Se les pedía a esas viviendas algún requisito para alojar de esa forma?
Lo que ha cambiado ha sido el turismo que ahora es una apuesta económica consolidada.
Lo que ha cambiado ha sido la informatización que ahora es un hecho inevitable; ha sido la difusión de la información a través de las plataformas digitales que alcanzan a todo el mundo sin barreras.
La inestabilidad económica de las profesiones junto con internet han abierto las puertas del turismo a los particulares en búsqueda de una alternativa financiera: a la gente como yo.
Ahora esta actividad paralela de "anfitrión" me da la libertad de no estar pendiente de un trabajo fijo, me da la libertad de desarrollarme profesionalmente de manera autónoma en el sector que me compete por formación y pasión, me da la libertad como mujer y trabajadora de pasar mucho tiempo con mi hija.
En los preámbulos del Decreto que propone la Generalitat para regular la actividad de alojamientos turístico
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