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El nou rol del ciutadà agent productor

Avatar: Inma Inma
Soy socia de ViA y comparto mis casa. Cuando me separé, hace cuatro años, me quedé sola en un piso grande infrautilizado, en el que había invertido mucho tiempo y dinero. Con mis ingresos y la crisis -soy autónoma- no llegaba a final de mes, pero no quería dejar el lugar en el que estaban invertidos mis ahorros. Tampoco me veía con ánimos de compartirlo con alguien, pues a mi edad -53 años- ya no tengo energía para vivir con nadie si no es mi pareja. Se me ocurrió que en lugar de eso sí podía compartir el espacio que no uso con gente de paso por Barcelona -que no todos son turistas-. Así que gracias a eso sigo viviendo en mi hogar, llego a final de mes, y cuando lo necesito acojo a personas que no quieren o no pueden alojarse en un hotel. Me siento, buena ciudadana puesto que pago los impuestos y porque estoy convencida de que ésta fórmula, compartir los hogares, “llars compartides” o “home sharing”, además de suponer un beneficio para mí y gente como yo, también lo es para la ciudad. Mediante esta actividad se da uso y se revaloriza el espacio que nos sobra; se hace frente a alquileres abusivos e hipotecas, permitiendo que los ciudadanos continúen viviendo en sus hogares, barrios de siempre y en esta ciudad, lo cual, además, frena la gentrificación. Somos ciudadanos de a pie, cada cual con su profesión, pero esto no es nuestra profesión, no somos profesionales. Nuestra relación con nuestros huéspedes está más próxima a la amistad y a crear vivencias personales que a la de un recepcionista de hotel. Están en nuestra casa, con nuestras cosas, recuerdos, nuestras vidas en ella. Lo veo como un intercambio entre personas que tienen algo que ofrecer y lo necesitan para vivir, y personas que quieren conocer el corazón de los barceloneses. Esta actividad se merece una regulación de acuerdo a lo que es, nuestra casa no es un negocio.
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