En el año 2009 la perdí mi trabajo, la empresa en la cual desempeñaba mis funciones se fuga,
dejando a 37 familias en la calle sin finiquito y sin derecho a prestación compensatoria
acorde a las nóminas correspondientes, ya que no disponíamos de certificado alguno de por parte del empleador,
Pasados tres meses comenzamos a cobrar una ayuda, previa contratación de abogados a los cuales
evidentemente había que pagar y pasados tres años se consigue cobrar el finiquito.
Desde ese tiempo hemos tenido que recibir a gente en nuestra casa, para pagar facturas, gastos y demás
obligaciones que se nos asignan de lo contrario no solo teníamos que abandonar nuestra casa, nuestro barrio,
también era claro que al no tener comprobantes de ingreso alguno, ninguna inmobiliaria nos alquilaría un piso.
Y no solo son turistas que vienen a conocer Barcelona, también son estudiantes,
padres de estos que desean ver como se encuentran sus hijos, alumnos de masters o posgrados de corta duración,
a pequeños empresarios que visitan algún congreso y demás.
Es decir no solo se comparte el hogar con turistas, si no con gente de lo más habitual.
Una regulación justa para todos aquellos que realizamos esta actividad, ya sea como segunda fuente de ingreso,
o como único medio de subsistencia los vecinos de cada barrio que han quedado fuera del rango laboral y que no perciben
ayuda alguna y solo se valen de lo que tiene en este momento su vivienda,
Debido a las malas condiciones de los contratos de precariedad existentes y permitidos por los grandes holding
Aquí es donde nace la figura del ciudadano productor y del economía colaborativa,
Los hogares compartidos dan la oportunidad de elegir, algo vital para un sistema democrático.
El cuidado se ha valido de ellos para al menos intentar seguir viviendo dignamente , la vivienda digna es un derecho.
Una ley justa y razonable para tod@s los que realizamos esta actividad será muy beneficiosa
para el conjunto de los vecinos,
Por favor escuchar a estos, que todo es viable
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